Y yo, ¿por qué sigo jugando al ajedrez?

Corría el frío invierno de 1981 en Mataró (Barcelona) y mis amigos no jugaban tanto en la calle, como en otras épocas del año. Mataró (a 30 km. al norte de Barcelona) Una tarde, bajé a la calle y sólo me encontré a mi amigo Rafalín. Nuestros consistían en jugar al escondite, policías y ladrones, saltar al potro, jugar a las cartas y un largo etcétera en los que todos tenían en común que eran para más de cuatro personas. »